El solsticio de invierno y su magia en nuestros campos

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El 21 de diciembre celebramos Yule, el solsticio de invierno. Es la noche más larga del año. La tradición, aquella que es mucho más antigua que la religión cristiana, se centra en la Madre Tierra como creadora y en todas sus energías; tierra, aire, fuego y agua. Lo femenino y lo masculino está unido, no separado. De esa cultura ancestral vamos recuperando estos ritos y tradiciones que con el paso de la historia otras religiones se han ido apropiado, tergiversando su significado.

Nuestra amiga Asi (hijasdelatierra.com) nos contó cómo sus abuelos y ancestros agricultores hacían este rito, y es lo que nosotros también haremos. Y al hablar con Mario, que ahora tiene 83 años, nos cuenta que también se acuerda de haber hecho esto.

Yule es la noche más oscura, cuando todo duerme, todo está en calma, quieto, parado. Y por eso algo nuevo empezará. Esta es la primera celebración del año y a partir del 21 de diciembre (solsticio de invierno) empieza a crecer la luz en la tierra.

La noche del solsticio de invierno quemaremos leña como cada noche de invierno, pero esta vez, pondremos nuestra más bonita intención para guardar al día siguiente esas cenizas que llevan la semilla del renacimiento de la tierra. Cada uno utilizará esas cenizas a su propia manera, cenizas que pueden proteger, renacer o cuidar. Nosotros, imitaremos a nuestros ancestros agricultores, e iremos a los campos de naranjos, de vid, a la huerta, al espacio de nuestros animales… a esparcir esas cenizas de Yule.

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